sábado, 28 de agosto de 2010

Echar de menos

Si supiera que cada día que pasa es eterno, que las horas no pasan, que cuando el sol cae la noche no acaba. Que en mi cabeza siempre rondan las mismas preguntas, ¿cómo estará? ¿qué estará haciendo? ¿le habrá ido bien hoy? ¿pensará tanto en mi como en él yo? ... un cúmulo de preguntas que con una llámada probablemente solucionaria pero cuando el orgullo llega y decide quedarse, no se va... y es cierto, quizá sea por bien propio, quizá no, pero mi corazón sigue sin entender a mi cabeza, aunque la razón tampoco logra entender al sentimiento. Una pelea continua en mi alma, día a día, a cada hora, minuto a minuto... Y pensando, realmente hay distintas formas de querer, al igual que hay distintas formas de echar de menos. A mis amigos, mi familia que está lejos, todos ellos que casi nunca veo, les echo de menos pero, es una forma diferente, quizá porque desde siempre haya sido asi no sé, pero siento, aunque suene cruel, que no les necesito, no les necesito en mi día a día para yo sentirme cómoda y poder seguir adelante, ser feliz (sin mal pensar si se pudiera dar el caso me encantaría tenerlos aqui). Una persona que se va, que fallece, es otra forma de echarle de menos, quieras o no tienes que hacerte la idea de que ya no volverá más, y que no podrás volverla a ver nunca, por muy lejos que quieras ir, por mucho que llores, patalees todo lo que quieras no lo lograrás, entonces es como si automáticamente tu corazón y tu cabeza se pusieran por primera vez de acuerdo, lloras, sufres, le quieres y le echas de menos, pero sientes más fuerza todavía para seguir adelante, por ti y por esa persona que era tan importante. Sin encambio, estos días he experimentado otra forma de echar de menos a alguien, alguien que no se ha ido pero que tampoco está, que lo siento conmigo pero no lo puedo ver, alguien que escucho como me habla, que me repite una y otra vez esas palabras tan bonitas las preferidas para mis oídos, pero que cuando me miro al espejo su reflejo ya no está, alguien que probablemente y sin pedirme permiso se adueño de mi mente y parece controlarla, incluso parece gustarle porque de ahí no quiere salir. Es como una costumbre y a la vez sin serlo, porque es como una necesidad aunque debería empezar a comprender que no le necesito, es algo, alguien, que mi día a día pide, que mi sonrisa lo recuerda, y mis ojos brillan humedecidos cuando no lo ven... lo buscan, por todo, por cada rincón, por otra gente, por otros ojos, pero no está. La mente es traidora, incluso piensa buscar sus caricias en otras manos, y es ahí cuando vuelve a gritar el corazón, ¿porqué? mi alma no se queda tranquila, vuelve a ver una discursión, y aunque por primera vez crea que mi mente tiene la razón, el corazón, enfadado, no quiere callarse...

viernes, 27 de agosto de 2010

Yo no sé mañana...

Ojalá y todo pase porque tenga que pasar. Ojalá que todo lo que hoy decidamos para mañana no sea nuestro mal, no nos arrepintamos. Es cierto somos humanos, tenemos derecho a equivocarnos, pero yo ya me cansé de equivocarme, llevo mucho tiempo intentando decidir por mi sola, y lo único que he hecho a sido pensar y planear, pero no dar a cabo nada. Esta vez ya es diferente, por ahí me dijeron que en la vida se tiene que caminar confiada de si misma, decisiva y segura, y así es, doy la razón a cuyo sabio, por eso hoy espero estar haciendo lo correcto. Por primera vez después de mucho tiempo vuelvo yo, segura y decisiva de mis cosas, con miedo a equivocarme, pero esta vez espero no arrepentirme. Y así es, y así será, tomando decisiones con el paso del tiempo es como los seres humanos escribimos nuestro destino... Yo me siento en una etapa en la que voy a sacar fuerzas desde donde creía haberlas perdido... y así haré, con miedo como todos pero con más ganas que nunca, giro una página del libro de mi vida para empezar a escribir, unos planes, un futuro, mi destino. Porque un día más, ya es un día menos que me queda de vida, y vida solo hay una, sea como sea, dónde sea, y con quién sea, pero esta vez quiero disfrutarla.